Fecha de caducidad

La semana pasada les comenté que hubo un tiempo en que las personas cercanas a mi estuvieron muy curiosas respecto a mi vida privada, específicamente, la emocional. Justamente desde que deje de tener pareja. Suele suceder, parece que cuando alguien termina una relación los otros están más preocupados que uno mismo en conseguirte nueva pareja o quieren almorzar contigo todos los domingos para saber qué pasó el sábado. Lo más gracioso es que el sábado lo único que hiciste es ver películas tirado en el sofá de tu casa. No tienes mucho que contar y vienen a ti nuevamente las ganas de tirarte en el sofá de tu casa.

A veces, para los solteros es más deprimente las preguntas y comentarios insistentes de los amigos que el propio hecho de estar solos. Es más, hasta piensas que prefieres ser un ogro, sin que te pregunten nada, sin que te digan nada, sin que nadie piense nada. Ogro, pero feliz y tranquilo. Bueno, ya saben, terminar una relación no es fácil, ni tampoco la presión que puede venir de personas externas. De hecho, para muchas personas es preciso tomarse un tiempo de esas presiones que a la larga resultan innecesarias. Pero; en general, es complicado.

Hasta llegas a pensar si esas personas tienen algún problema con tu existencia y por qué te quieren emparejar nueva y rápidamente. O terminas en el sofá, pero de un bar. Aunque ya pasas de vez en cuando por ahí. Y cuando no llegas al almuerzo del domingo tu teléfono no deja de sonar y te preguntas si tu vida está mejor que los chismes del programa de Magaly. Mejor no contestas y cuando te das cuenta estas otra vez solo. Tú con tu propia existencia que puede llegar a aplastarte. Y puede ser todo tan contradictorio que te molesta que te llamen y también que no.

No es broma, muchas personas no solo se alejan de sus parejas cuando terminan una relación. No sé cómo se llamará esa enfermedad psicológica, pero también existe lo contrario, personas que necesitan atención constante de otros o que realmente no tienen la capacidad de estar solas. No te irritan los otros, sino tú mismo. También te aconsejan que comiences a salir con diferentes personas, que pruebes. Se los digo por experiencia, te vas a sentir menos feliz de lo que ya eres. En todo caso, creo que para esa situación lo mejor es que te preocupes por ti mismo al menos por un tiempo.

Hay que recordar que, aunque no lo parezca hay personas infelices y quieren que otros tengan su misma condición. Así que si ya se está pasando por un momento complicado no tenemos por qué hacerlo más difícil. Mira que ya tengo ocho años en condición de soltería. Así que tampoco nos pongamos tan dramáticos que eso tiene fecha de caducidad.  

Ocho años de soledad

Han pasado ocho años desde que no tengo pareja. Felizmente estoy viva y tranquila. Eso de volver a enamorarse y comenzar una relación puede ser algo tedioso y para personas de edad avanzada como yo hasta odioso. A veces siento que tengo suerte. Ya han pasado ocho años. Claro, hace siete no hubiera dicho lo mismo. Prácticamente tenía un ejército preguntándome cuándo encontraba enamorado o queriendo presentarme a alguien para casarme o atentos de con quién salía o podía estar saliendo. Terrorífico. Puedo decir que, aunque no lo hubiera parecido (aunque lo parecía) huía notoriamente de todo eso. Ya no, gracias al Covid. Eso de mantener la distancia parece que lo hubiera escrito mi mejor amigo perdido. O yo misma intentando huir de todo, sobre todo de los hombres.

Ahora, que ya han pasado ocho años me siento más tranquila emocionalmente pero no sé qué tanto de empezar una relación. No se preocupen que no hay nadie en el horizonte, pero… ya saben… nunca se sabe. Pues hoy estuve pensando en eso. La verdad, es que en mi vida he estado tanto tiempo sin pareja y ahora me parece raro pensar en tener una ¿Irónico no? Antes de este lapso enorme de tiempo de soledad amorosa pensaba que no podía estar sola y hoy parece que deseo seguir estando así. Ten cuidado con lo que deseas dicen, pero no sé si esto sea tan malo…

No creo haber deseado soledad… simplemente, poder estar sin pareja un tiempo ¿Un tiempo prudente? ¿Qué es prudente? No lo sé, pero eso fue lo que pensé. Terminaba una relación y no pasaban 6 meses y comenzaba otra. Algunas personas insinuaron que no tenía capacidad para estar sola y eso me hizo pensar en que podrían tener razón. Y en algunos momentos no me gusto sentir que eso era cierto ¿No puedo estar sola? ¿Por qué? ¿Por qué otros pueden y yo no? ¿Tengo algún problema? En fin, hace ocho años no tengo pareja. Pero, la verdad, es que sola no estoy. Me refiero a mis dos hijas, sobre todo. Tal vez, eso haga que la otra soledad, la de pareja, no sea tan dramática.

¿Y luego? ¿Cuando ellas ya no estén en casa? Pues la verdad puedo decir que he disfrutado este tiempo en soledad amatoria. No sé si es temor, o es más fácil o; tal vez, ya no lo sienta como una necesidad. Tal vez, es la modernidad del distanciamiento social, qué conveniente ¿no? Pero, en realidad, me he sentido muy cómoda conmigo misma. Creo que me harté y no sé cuando sucederá nuevamente. Digo, eso del amor. Pero eso nunca se sabe, así que mejor lo dejo ahí. Tal vez mañana aparezca mi media naranja y tenga que tragarme estas palabras.

¿Qué les parece un escrito como este cada viernes? ¿Les gustaría? Me cuentan… Les dejo frase cliché…

 “El instinto social de los hombres no se basa en el amor a la sociedad, sino en el miedo a la soledad.”
Arthur Schopenhauer

Hasta mañana

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La hacienda del padre de Gabriel siempre había sido un escape para ellos, de niños eran sus padres quienes los llevaban, ahora cuando pueden se dan una escapada y pasan un par de días relajantes y tranquilos ahí. Al llegar la noche suben hacia la colina como habían hecho desde niños. La oscuridad desde ese punto es más bella, se puede divisar hasta donde toca la luz de la luna. El mundo comienza y acaba, justamente, ahí. Ellos la bautizaron como mondu, porque es el mundo que sólo ellos pueden ver. Donde solo ellos caben. Todos sus secretos y deseos se quedarán grabados en ese aire, en ese pequeño espacio protegido por la barrera imaginaria que crearon el día que descubrieron este lugar.

  • ¿Te acuerdas la primera vez que vinimos acá?- dice Gabriel con un brillo radiante en sus ojos.
  • Claro, cómo olvidarlo. Estábamos jugando a buscar tesoros escondidos. Eso hace como diez años ya.
  • Si y sólo éramos amigos. – Expresa Gabriel con algo de melancolía. Se queda quieto `por un momento, mientras Raquel sigue subiendo la cuesta a paso seguro.
  • Apúrate oye, o, me vas a dejar ganar esta vez.- La propuesta hace brotar una sonrisa de la cara entristecida de Gabriel. Inmediatamente comienza a correr.
  • ¡Gané, gané!- Grita Raquel excitada.
  • Tuviste mucha ventaja, no vale. Vamos por la revancha.
  • Otro día, ahora no bajo ni loca. Estoy muerta.

Se echan en el césped mirando hacia el cielo. Están muy agitados por la carrera. Raquel mira a Gabriel de reojo, pero cuando el voltea a verla vuelve su mirada hacia el cielo y pone sus brazos detrás de su cabeza.

  • Es una noche linda ¿no?- Raquel se sienta y enciende un cigarro.
  • Si, oye quería hablarte de lo de la otra noche.
  • Para qué, lo pasado pasado Gabito. Además, la verdad, es que hace un tiempo que me pasa lo mismo.
  • Pero…
  • No digas nada, no tienes que justificarte.
  • Es que yo no quise decir eso, estoy muy arrepentido.
  • Mira…cambiemos de tema…acuérdate que cuando decidimos tener una relación, también decidimos…
  • Si, si, ya sé.- Interrumpe Gabriel impertinente.

Raquel coge la mano de Gabriel y la aprieta fuerte.

  • Te quiero.
  • Yo te amo Raquel.

De pronto se oye un estruendo. Ha comenzado una tormenta. Los dos jóvenes salen corriendo hacia la casa hacienda. Están empapados. Gabriel abre la puerta lo más rápido que puede, los dos intentan entrar a la misma vez, se tropiezan, Raquel pasa primero y se va directamente hacia la habitación. Al volver Gabriel había encendido la chimenea.

  • Raqui acá vamos a estar calientitos, ven.
  • Sorry, pero tengo mucho sueño. He venido a decirte buenas noches.
  • Pero…tenemos queso y el vino que más te gusta.
  • No me siento muy bien. Hasta mañana.

Gabriel se ha quedado atónito pensando en lo que acaba de ocurrir. No sabe qué hacer si ir a buscarla o gritarle que baje, que tiene todo listo, que le quiere preguntar algo importante. Finalmente, abre el vino y lo bebe solo.

A la mañana siguiente, se despierta con un fuerte dolor de cabeza.

  • ¿Raquel?… ¿Raquel?- Al levantar la mirada hacia su mesa de noche, se da cuenta que encima de ella hay una nota. La abre. Se tapa los ojos suavemente y comienza a llorar.
  • Hasta pronto Gabo.

   Raquel

 

 

 

 

Mírame

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Cuando te vi comprendí que el tiempo no pasó, que tus ojos me miraron como esa noche en la que nuestros corazones se conocieron.

La noche donde me abrazaste y me regalaste un te quiero.

Mírame otra vez y dime qué grande en nuestro amor.

Al mirarte te regalaré una flor invisible para que la lleves contigo a donde quieras y no te olvides que un día esta mente te pensó, para que recuerdes que así no pueda verte pensando en ti latirá mi corazón.

Amor que no te ciegue el anti amor.

No vuelvas

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No vuelvas

No vuelvas con el rostro arrepentido y nervioso

No vuelvas con la voz como un temblor

No vuelvas con los vellos alzados, espigados de temor

No vuelvas con los ojos enfermos de recuerdos

No vuelvas

No vuelvas más, en serio, no vuelvas

No vuelvas con axilas sudorosas y manos mojadas de nervios oprimidos

No vuelvas, no vuelvas

No vuelvas más, no eres amor

No vuelvas

No vuelvas

No vuelvas

Bichos de luz

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La luna me llama a quererte de noche, cuando me alumbran las luciérnagas quisquillosas que se encienden y se apagan. Se prenden y se apagan no quieren compartir su luz.

Se van rápidito  a esconderse en los arbustos oscuros, sin flor. Donde su luz será amada, cuidada y valorada. Donde tus ojos ciegos seguirán sin ver.

Mejor escondidas, no vaya a ser que un frasco gigante las encierre para siempre en un estante oscuro de una casa verde de brujo y no quieran volver a volar, volver a brillar, volver a soñar. El frasco cayó, la tapa se abrió y todas las alas apresuradas volaron fugaces y volvieron al bosque a brillar.

No seremos recuerdo

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Tengo

tengo la certeza que no pasa el tiempo

Tengo la certeza, me sigues queriendo

Tengo la certeza, te sigo queriendo

Tengo la certeza que el viento no sopla mentiras en mi pecho

Tengo la certeza que volveremos a vernos

Y estaremos despiertos, fuera de esta pesadilla que no tiene tiempo, que no tiene silencio, no tiene cerebro

Tengo la certeza que extraño tocar tu cuerpo, pegarlo a mi cuerpo

Caliente y risueño

Tengo la certeza que no desapareceremos, no seremos solo un recuerdo perdido en los sueños